La fábrica de olímpicos

Imelda M Flores Vazquez

La Maestra Isabel Cristina y su alumna Danae en una de las competencias de matemáticas.

There is a push by some mathematicians to make the discipline look inward while trying to answer the question: how do we make mathematics accessible to all? And a more accurate and better question: what are we doing wrong that pushes students away from mathematics and how can we fix it? There is a lot of work to do inside our community and as educators, this work has to start with us. Below is a story of a teacher in Cedral, San Luis Potosi, a small and under-resourced town in the center of Mexico and how she continues finding, cultivating and growing mathematical talent against all odds at rates higher than many privileged communities.

Cedral es una localidad en el estado de San Luis Potosí, México, con aproximadamente 12,800 habitantes. Es un municipio donde el 52% vive en condición de pobreza y el número de años promedio de escolaridad es de 8.9.

Sin embargo, en los últimos 26 años el bachillerato COBACH 03 de Cedral ha mandado 11 alumnos al concurso mexicano nacional de la Olimpiada de Matemáticas, los cuales lograron 8 medallas de bronce, 7 medallas de plata y 3 de oro. Además, una alumna fue preseleccionada para el concurso internacional de mujeres (EGMO) y un alumno fue preseleccionado para la olimpiada internacional de matemáticas (IMO). El Club de Matemáticas del Altiplano con sede en Cedral, ha logrado que 10 alumnos participaran en concursos nacionales de nivel primaria y secundaria, consiguiendo entre ellos, dos menciones honoríficas, 8 medallas de bronce y 10 de plata.

El club logró además que 5 de sus alumnos fueran preseleccionados para el concurso internacional de matemáticas de su grado escolar (IMC), una medalla de bronce y una de plata en el Concurso Internacional de Geometría, una medalla de plata en el concurso de Centro América y el Caribe y, una medalla de bronce en la Olimpiada Rioplatense en Río de Plata Argentina. Además de conseguir la participación de más niños de la región en otros concursos y olimpiadas como el Gauss, Pierre Fermat, Lagrange, etc. Me he puesto a pensar que significa que mi pueblo de origen haya dado tantos campeones matemáticos. Se me ocurre que tenemos una suerte tremenda los cedralenses o todo este éxito tiene que ver con la instigadora de todo esto, la maestra Isabel Cristina Martinez Alvarado.

La Maestra Isabel y la autora en una competencia de matemáticas estatal.

Dados los tremendos éxitos que ha tenido a pesar de la adversidad, hay quien se imaginará que la maestra usa trucos o grandes revelaciones, como cuando el Sr. Miyagi le explica al karate kid que al pintar la cerca estaba en realidad aprendiendo un movimiento de karate. Pero la maestra Isabel (de la que tengo la fortuna de ser ex-alumna) no necesita teatralidades. Lo que la maestra Isabel hace muy bien es transmitir su pasión por las matemáticas pero sin imponerse. Cuando le pregunté cuál era su filosofía de la enseñanza de las matemáticas me dijo: “Me presento como lo que soy, una apasionada de las matemáticas y su enseñanza y les trato de hacer conciencia (a los estudiantes), que me interesa mucho que aprendan a pensar y saber ellos que a mí me importa que aprendan los hace motivarse a intentarlo.”

Hablando como su alumna, yo recuerdo como ella nunca se impuso ni trató de venderme la materia de ninguna manera. Simplemente me abordó, me dijo que me veía talento y sin muchos aspavientos ni promesas me hizo sentir que ella genuinamente creía que resolver problemas matemáticos era lo más divertido del mundo y que yo era capaz de resolver los problemas difíciles y complicados, pero por lo mismo los más interesantes. No se trata de hacer un ejercicio de introspección, pero me pregunto si a muchos de sus alumnos que como yo vienen de hogares con carencias económicas y sociales y situaciones familiares difíciles el simple hecho de que alguien genuinamente crea que podemos resolver problemas complicados e interesantes es una gran motivación.

Una de las más grandes virtudes de la maestra Isabel es transmitir su genuino interés por sus estudiantes y por (en sus palabras) “llegar a más niños y jóvenes”. La maestra Isabel al ver que la mayoría de sus estudiantes no podían financiarse pasar semanas y a veces meses fuera de Cedral para entrenar para las últimas etapas de la olimpiada de matemáticas compró una casa en la capital del estado para ayudar a sus estudiantes a asistir a entrenamientos. También al ver que muchos de los jóvenes contra los que sus alumnos competían empezaban a entrenar desde niños se dio a la tarea de visitar primarias y secundarias y a organizar actividades matemáticas en la plaza del pueblo para buscar estudiantes interesados, muchas veces financiando este trabajo y actividades ella misma.

La Maestra Isabel y su infatigable aliado, su esposo Fidencio Juárez.

Como se pueden imaginar todo ese trabajo no ha sido fácil. Una de mis historias favoritas sobre los alumnos de la maestra es la de un estudiante llamado José Ángel que ahora estudia cómputo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La maestra me cuenta de José Ángel: “Es un niño que conocí en 5º de primaria, su maestra me pidió que fuera a su escuela por la tarde, para que les compartiera algunos ejercicios de olimpiada a sus alumnos. Cuando vi cómo razonaba él, supe que era un gran talento, pero su maestra no lo ubicaba como el mejor y a él lo que le gustaba era el béisbol y sus papás estaban orgullosos de él por el deporte. Desde aquella vez, participó en la olimpiada y como lo esperaba, pasó etapas y logró lugares estatales y nacionales. Ahora, sus padres estaban orgullosos de él por el deporte, que combinaba perfectamente con las matemáticas y sus premios nacionales. Actualmente estudia el séptimo semestre en la UNAM con excelentes resultados académicos y continúa participando, ahora en concursos de cómputo en nivel superior.” Esta historia me gusta porque muestra cómo por el contexto económico y social de Cedral recae en la maestra ser “cazadora” de talentos, motivadora de los estudiantes y también de los padres de los mismos y hasta organizadora de esfuerzos para recaudar fondos para apoyar a estos estudiantes, además de ser maestra.

La Maestra Isabel y la autora en su graduación de la preparatoria.

Con todos los roles que tiene que llenar la maestra no me sorprende que cuando le pregunté por una anécdota que refleje su personalidad me contó la siguiente: En una ocasión, dentro del Club de Matemáticas del bachillerato, no pudimos resolver un problema y les dije “Lo pensaré para la próxima semana” pero ya llegando la semana, estaba dormida, cuando en la madrugada me desperté por un minuto, con cara de susto porque mañana era el Club y yo no había pensado el problema, pero me dije “Ahorita lo pienso” y me volví a dormir, pero dentro de una horas (no sé exactamente cuántas), me volví a despertar con la solución del problema, lo había resuelto en sueños.

La historia del gran éxito de la maestra se presta para muchas reflexiones:

¿Será que todo lo que necesitan los niños y jóvenes con desventajas económicas, sociales y familiares es alguien que genuinamente aprecie sus talentos o es que además de eso la maestra Isabel también tiene un método de enseñanza extraordinario?

Muchas personas, incluidos muchos matemáticos creen que las “mentes matemáticas privilegiadas” entre nosotros son pocas y si es así Cedral es extremadamente atípico lo cual es poco probable. Eso nos indica a algunos que en realidad hay muchísimos niños y jóvenes con el potencial de convertirse en “mentes matemáticas privilegiadas” en todos lados y que hay en cada localidad grande o pequeña (pero sobre todo en las pobres) mucho potencial sin aprovechar. Si eso es cierto, deberíamos investigar qué es lo que la maestra Isabel hace bien, como imitarlo y diseminarlo.

A la maestra Isabel le intrigaba desde la primaria cómo serían las “matemáticas difíciles con letras” que los adultos le prometían iba a encontrar en la secundaria (de 7mo grado en adelante). Sus papás no estudiaron secundaria y no podían decirle cómo iban a ser esas matemáticas. Cuando por fin llegó a la secundaria se dio cuenta que las letras le ayudaban a hacer operaciones que de otra forma sería muy difícil hacer, ganó su primer concurso y desde ahí se convirtió en matemática. En el bachillerato participó en la 4a olimpiada mexicana de matemáticas y ganó medalla de oro, siendo la única mujer en conseguir ese logro ese año. Estudió para Profesor de Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UASLP y la Maestría en Ciencias en la Enseñanza de las Matemáticas en la Universidad de Guadalajara. En sus 28 años como maestra ha interesado a centenas de estudiantes de Cedral y de la región en las matemáticas